DIARIO DE NAVEGACIÓN DE FERNANDO DE NORZAGARAY

 

DIARIO DE LA NAVEGACIÓN QUE HIZO EL BRIGADIER DON FERNANDO DE NORZAGARAY Y QUE DA COMIENZO AL SALIR DE MANILA EL DÍA 17 DE MARZO DE 1844 DEL CALENDARIO DE ESPAÑA Ó 16 DE DICHO MES CONTADO POR EL DE FILIPINAS

Editado por D. Iñigo Sainz de Baranda Graf en Madrid a 12 de diciembre de 2003

17 de marzo. Manila. Lat. 14º 36’ N, Long. 120º 58’ E Meridiano de Greenwich

A las cuatro y media de la tarde nos embarcamos en la falúa del capitán del puerto, en el embarcadero de la puerta de almacenes, y, siguiendo las aguas del rió Pasig, salimos a la bahía donde se hallaba fondeada la fragata inglesa “Asiática”, en la que estaba ajustado el pasaje y a cuyo bordo nos trasladamos la numerosa reunión de los amigos que acudían a despedir a los viajeros. La colocación de los equipajes y las maniobras de la marinería para levar el ancla y disponerse a la navegación ocasionaban aquel desorden y confusión que son consiguientes en todo barco el día que se da a la vela; a las seis de la tarde ya solo quedaban las únicas personas que debían seguir en el buque hasta Singapore que, además del que suscribe, eran las siguientes: Don Carlos Roca, capitán de caballería, Don Antonio Ayala con su señora, Doña Margarita Rojas, y tres jóvenes: Don Valentín Roca, sobrino del primero, Don Emilio Lara y Don Ramón Lorán, que debían seguir a Calcuta a perfeccionar su educación en un colegio. Ya todos los amigos habían hecho sus encargos y dado el último adiós a los suyos, escenas sensibles en todas las ocasiones pues por mucho que sea el anhelo de restituirse a la patria, siempre es doloroso dejar un país en el que se ha vivido bien y se le han adquirido simpatías y títulos al aprecio y consideración de sus habitantes, que al fin son españoles y que, no obstante, de las seis mil leguas que nos separan de la metrópoli, la Religión, las costumbres, el lenguaje y los próximos títulos de parentesco en muchos, no se puede menos de hacer se los considere como hermanos, como hijos todos de una gran familia en que cada cual se ayuda recíprocamente al sustento de la vida y a la seguridad de las personas.

El viento soplaba bastante fresco del NE, el rumbo iba al Oeste. Con todo el aparejo posible deslizábase el buque con bastante ligereza a través del líquido elemento, andando aproximadamente a seis millas por hora; así se veían alejar visiblemente las murallas y cercanías de la capital de Filipinas. El sitio del paseo era lo primero que se observaba desde la cubierta de aquel, y el objeto de la conversación basaba, naturalmente, sobre dicho punto y las personas que en sus carruajes salían todas las tardes a recibir la brisa que templa de los ardores del sol abrasador en el resto del día. Bien puede asegurarse también que la fragata “Asiática” y las personas que estaban a su bordo darían motivo de conversación a muchos de los concurrentes y que, en la misma noche en las reuniones de Manila, no dejaría de hablarse de ello. La noche vino después  a hacer desaparecer de nuestra vista los sitios en que cada cual había experimentado momentos de placer, de disgusto, de enojo y de indiferencia; la farola situada en la desembocadura del Pasig, las estrellas y las luces de la plaza de Cavite eran todo cuanto en aquel momento llamaba nuestra atención, pero se empezaba al mismo tiempo a descubrir la montaña de Maribeles y la isla del Corregidor, que forman un canal que da entrada a la bahía de Manila y puede considerarse como el arrabal extremo de la capital de las islas Filipinas.

A las diez de la noche se rebasaba por aquel punto llamado Boca Chica y a la vista del peñasco nominado el Fraile y cada cual creyó que era llegada la hora de dar el justo descanso a las fatigas del día y se retiró a experimentar la diferencia que se observa entre la comodidad de las casas y camas de tierra a los reducidos y molestos camarotes y literas, cualquiera que sea el rango y comodidad del buque.

18 de marzo. Situación a las 12 del día: Lat. 14º 21’ N Long. 119º 48’ E. Rumbo O

Amaneció sin novedad, pero con menos viento. El rumbo seguía asimismo al O. y como aquel soplaba del E producía en el barco balances de cierta consideración, y en los viajeros no acostumbrados al mareo que tanto molesta y que tan amargos hace algunos de los momentos en los viajes por mar, por cuya razón se pasó todo éste día con el disgusto que produce una indisposición que, si no es expuesta, hace sufrir bastante.

Como primer día completo que se pasó a bordo será oportuno dar una idea de las cualidades del barco, del trato y demás circunstancias que pueden ser útiles en el diario que más servirá para conocimiento de cualquier otro que tenga que seguir éste camino, que no para formar una reseña histórica de un viaje a Europa por el istmo de Suez.

La Fragata “Asiática”, de porte de 500 toneladas, estaba mandada por Mr. Baolout, llamábase el segundo piloto Homan, hombre de aspecto bastante severo y el tercero Watson, que más bien por su buen humor y jovialidad parecía nacido en las orillas del Betis que hijo de las montañas en que moraron los antiguos bretones que legaron su orgullo y aspereza a la joven Inglaterra.

Notábase algún aseo en la cámara y toldilla pero no tanto en el resto del barco, pues reducida la tripulación a sólo 14 hombres rara vez dejaban de estar ocupados en las maniobras y otros quehaceres preferentes; en esto influye mucho, como en todo, el genio y esmero del que manda; la fragata no era de las de primera marcha; sin ser pesada escoraba bastante siempre que ceñía, pero tenía la ventaja de hacerlo en cinco cuartos; todo el aparejo, bombas y demás maquinaria, para la economía de brazos, estaba perfectamente preparado y servido, pero no le evitaba nada el esencialísimo defecto de hacer mucho agua, pues una o dos veces al día se picaba la bomba desde que se salió de Manila sin dejar de hacerlo ni uno sólo, no obstante no haber experimentado ningún tiempo ni alteración en el mar.

A las siete de la mañana se practicaba en la cámara y toldilla la policía y baldeo y a la misma hora se servía a los pasajeros una taza de té o café, si lo pedían y en el sitio que le acomodase; entre 8 y 9, se servía el almuerzo, compuesto en lo general por un plato de beefsteak, lomo fresco, jamón, aves o cosa semejante, otro fiambre de jamón en dulce, lengua o carne salada, otro de ave con salsa de carí, el arroz cocido llamado morisqueta y huevos pasados por agua; platillos con dulce y mantequilla, achara, mostaza y salsas a la inglesa formaban el adorno de la mesa en la que se usaba también té o café a pasto y, si se pedía, también vino de Jerez.

A las doce y media, después de la observación, se cubría de nuevo la mesa para lo que los ingleses conocen con el nombre de “tiffin”, que consiste en queso, pan y galleta, frutas frescas, dulce, cerveza y vino o ginebra, si se pide.

A las tres y media de la tarde se hacía la comida principal que consistía en sopa, un plato fresco de aves guisadas, rellenas o cosa semejante, otro de aves asadas, otro de lengua salada, jamón u otro fiambre equivalente y morisqueta con aves en salsa de carí, patatas cocidas, pan y galleta a discreción y los entretenimientos de mantequilla, achara, mostaza y salsas; después se servían otros dos platos de pasta, budín o cosa semejante con queso y, algunas veces, cerveza y luego los postres compuestos de frutas frescas, pasas, dulces y otras cosas semejantes con vino de Oporto o Jerez. El que se ponía para pasto, siempre que se servía la mesa, era el Jerez, y a veces el Bordeaux, aunque algo adulterado. Al oscurecer se servía el té o café con leche a voluntad, poniéndose además sobre la mesa platillos de dulce y mantequilla, queso, pan y galleta, todo en general servido con limpieza, bien condimentado y abundante. Al tiempo de recogerse por la noche, se le daba al pasajero, si lo pedía, una copa de vino a voluntad, con pan y galleta; y no se negaba en el resto del día al que lo solicitaba la ginebra, ron, brandy, azúcar y otras cosas semejantes que suelen ofrecerse para entretener los ratos ociosos, que tanto fastidio y hastío produce en ésta clase de viajes. El trato del capitán y pilotos era bastante afable, no obstante la dificultad de hacerse entender, y el único criado destinado al servicio de la cámara que desempeñaba a la vez las funciones de mayordomo era tan activo y servicial que nada se echaba de menos en lo que se le encargaba y estaba a su cuidado.

19 de marzo. Situación a las 12 del día. Lat. 14º 10’ N Long. 117º 48’ E. Rumbo O

Ninguna novedad ocurrió en todo el día ni el menor objeto visible se presentó a nuestra vista, que pudiera llamar la atención. Algunos pájaros procedentes sin duda de la Paragua fue lo único que interrumpió, a veces, lo monótono de una situación en que sólo se ve cielo y agua y que ni aun el viento experimentó alteración, pues permaneció flojo todo el día.

20 de marzo. Latitud 13º 51’ N. Longitud 115º 42’ E. Rumbo O.S.O

Sin novedad como en el día anterior pero más fresco el viento. El mareo ya no se hacía molesto, sin haber observado ninguna alteración en el trato y circunstancias del barco.

21 de marzo. Lat. 13º 17’ N. Long. 113º 21’ E. Rumbo O.S.O

Como en el día anterior sin haber hecho hasta ahora maniobra alguna ni cambiado el aparejo.

22 de marzo. Lat. 12º 24’ N. Long. 111º 41’ E. Rumbo O.S.O

No ocurrió ninguna novedad. El viento era flojo y por consiguiente el barco no andaba lo que la ansiedad de los viajeros apetecía.

23 de marzo. Lat. 11º 21’ N. 110º 14’ E. Rumbo S.O

Lo mismo que el día anterior.

24 de marzo. Lat. 9º 47’ N. Long. 108º 58? E. Rumbo S.S.O

Amaneció sin novedad, el viento varío muy poco en su dirección, por lo cual el aparejo no se tocaba, o si se hacía alguna maniobra era insignificante; así se seguía toda la marcha con sobres, alas y rastreras por barlovento en el mayor y trinquete. La isla de Pulo Zapata fue el primer objeto que se presentó a nuestra vista por el S. y poco después, al O. de aquella, otros dos picos o peñascos que asomaban por encima de la inmensa laguna. Pulo Zapata es una roca pequeña que al avistarse presenta un objeto muy semejante a la figura de un zapato; el viento era bastante fresco y a las nueve de la mañana nos hallábamos al paralelo de ella; a la hora de la observación quedaba ya bastante distante por la popa; a las dos de la tarde sólo se descubría como una mancha en el horizonte y a las tres la habíamos perdido enteramente de vista. Parece imposible que un objeto de tan poca importancia como una roca pelada pueda entretener tanto a personas acostumbradas a contemplar bellezas célebres en el arte y la naturaleza, pero en el mar, que constantemente es sólo una misma cosa, no es extraño que llame la atención lo que en otro caso pasaría casi desapercibido. Todo el día continuó el viento bastante fresco y andando el buque siete millas por hora.

25 de marzo. Lat. 7º 59’ N. Long. 107º 36’ E. Rumbo S.O

No ocurrió ninguna novedad en éste día. El viento no fue tan fresco como en el día anterior y ningún objeto notable se ofreció a nuestra vista.

26 de marzo. Lat. 6º 22’ N. Long. 106º 24’ E. Rumbo S.S.O

Como el día anterior el viento seguía igual y el barco anduvo desde tres hasta seis millas por hora.

27 de marzo. Lat. 5º 6’ N. Long. 105º 35’ E. Rumbo S.S.O

El día amaneció caluroso y sólo se andaba una o dos millas. La falta de brisa hizo que el día se experimentase algún calor; el termómetro de Fahrenheit marcaba 87º a las 12 del día; a las cuatro de la tarde cayó un fuerte chubasco que duró, pero que no aceleró en nada la marcha del buque, antes bien, después de pasado quedó casi una completa calma; a cosa de las nueve de la noche volvió a sentirse una ligera brisa pero que no nos hacía caminar con mayor velocidad que la lenta y escasa de dos millas por hora.

28 de marzo. Lat. 4º 50’ N. Long. 105º 12’ E. Rumbo O. a O.S.O

Amaneció éste día en completa calma, sin que el barco gobernase a pesar de los esfuerzos de la marinería; nada hay en el mar que engendre tanto fastidio como un día de clama, y más hallándose ten próximo al puerto en que se aguarda saltar en tierra y a donde se había concebido la esperanza de llegar muy pronto; a la una de la tarde empezó a sentirse una ligera brisa del sur que hacía marchar al buque cosa de dos millas por hora hacia el O., pero a las cuatro y media de la tarde arreció sobre manera el viento por el mismo lado, en términos que, ciñendo cuanto era dable, llegamos a ganar hasta nueve millas por hora; a las nueve de la noche fue calmando y, por consiguiente, el barco acortando su marcha, aunque siguiendo siempre al mismo rumbo.

29 de marzo. Lat. 4º 18’ N. Long. 104º 20’ E. Rumbo variable

Amaneció sin novedad con el mismo viento flojo y el rumbo de la noche anterior; por el O. se divisaban a lo lejos, confundidas con las nubes, las montañas más altas de la península de Malaca y, en la misma dirección y como a cosa de tres millas, se veía un champán (embarcación china) que parecía se dirigía de Singapore a su país. A las ocho y media de la mañana cruzaba por la proa de nuestro barco; todo objeto que se presenta  a la vista cuando se está en alta mar es origen de recreo y de distracción, pero el disgusto ocasionado por los contratiempos que empezábamos a experimentar en nuestro viaje no daba a nuestra imaginación motivo alguno de alegría. A las nueve de la mañana se viró, y seguimos en vuelta del E.S.E. hasta las 12 que se volvió a tomar el rumbo anterior. Durante la otra bordada, el champán fue rebasado por babor y éste entonces se nos presentaba por popa y así siguió toda la tarde; al ponerse el sol descubrimos otro por el O. y ambos se perdieron de vista con la oscuridad; nada de particular ocurrió por la noche hasta las diez en que se echó la sonda y, calculando por ella y la estima que estábamos no lejos de unos bajos, se viró a las doce en vuelta de E.S.E. y en ésta forma se continuó la marcha.

30 de marzo. Lat. 3º 41’ N. Long. 104º 34’ E Rumbo variable

Amaneció sin novedad pero con el viento contrario como el día anterior; los champanes no se descubrían ni tampoco tierra en todo el horizonte. El rumbo seguía al E.S.E. Hasta  las cinco de la tarde que se viró y se marcho en vuelta de S.O. pero antes de oscurecer se divisó por la proa, a mucha distancia y confundida entre las nubes, la isla de Pulo Timoan; por la noche no ocurrió novedad digna de que se haga mención.

31 de marzo. Lat. 3º 12’ N. Long. 104º 35’ E. Runbo variable

Amaneció el día en completa calma; el barco se hallaba enteramente sin gobierno y el calor incomodaba sobre manera, pues el termómetro marcaba 90º; las islas de Pulo Timoan, Pulo Pisang y Pulo Aore se presentaban en distintas direcciones según las vueltas que daba el buque; la más próxima a nosotros era la primera y nuestro rumbo de haber tenido viento sería hacia la última; el disgusto aumentaba cada día mas, pues al calor y a las demás molestias que ocasiona un día de calma se aumentaba la ansiedad de que la tardanza en llegar a Singapore pudiese ocasionar el que se malograse la ocasión de alcanzar un vapor u otra mejor proporción para seguir el viaje a Europa; a las cuatro de la tarde se levantó un viento flojo al S. Y se viró dos veces para ganar todo el terreno posible pero no anduvimos nunca por arriba de tres millas por hora y yendo de bordo y bordo, apenas se adelantaba nada; por la noche no hubo cosa notable.

1 de abril. Lat. 2º 50’ N. Long. 104º 40’ E. Rumbo variable

Amaneció en calma y a la vista de las mismas tres islas que en día anterior, con la diferencia de que nos hallábamos mas cerca de Pulo Aore que de las otras dos y que hacia el S.O. se descubría, a mucha distancia, otra isla llamada Pulo Tingui, que, según lo que borneaba el buque, se presentaba en diferentes situaciones; el calor aumentaba; el termómetro marcaba 91º. A las cuatro de la tarde se levantó una ligera brisa del S. Y empezamos a andar alguna cosa con rumbo al O.S.O. a donde se hallaba la isla de Pulo Aore; durante la noche, después de varias viradas, se rebasó esta, pero andando siempre muy poco.

2 de abril. Lat. 2º 8’ N. Long. 104º 46’ E. Rumbo variable

Amaneció con la misma brisa ligera de la noche, la atmósfera estaba muy cargada y a las seis de la mañana rompió un fuerte viento del S.O. que ciñendo cuanto era posible llegó a andar el barco hasta nueve millas por hora; poco después un copioso aguacero apaciguó a aquel algún tanto y la mar volvió a quedar serena y se adelantaba muy poco; el rumbo iba al S.E. La isla de Pulo Aore quedaba ya por popa, la de Pulo Tingui se hallaba al O., y las otras dos no se divisaban; así continuó todo el día y la noche, sin que nada notable se advirtiera, pero siempre con el viento contrario.

3 de abril. Lat. 1º 42’ N. Long. 104º 44’ E. Rumbo variable

Desde antes de amanecer había arreciado tanto el viento del S. Que había sido forzoso aferrar los sobres y el juanete de proa, la atmósfera se hallaba en extremo cargada y era tanto lo que escoraba el buque que a veces parecía que iba a volcar; a las ocho de la mañana aflojó algún tanto el viento y se presentó a nuestra vista por el sur la isla de Pulo Bintang; para ganar algún terreno era necesario virar con mucha frecuencia, pues el viento estaba contrariamente del rumbo que debíamos seguir; a la una de la tarde empezaron a divisarse las cimas más culminantes de los montes de la península de Malaca y a las cinco de la tarde ya se veía en toda la extensión que alcanzaba la vista. Toda la noche se continuó de bordo y bordo, pero sin adelantar mucho porque el viento, además de contrario, era bastante flojo. El fastidio y la ansiedad por llagar a Singapore eran grandes, pues no deja ciertamente de ser bien sensible que en una estación buena y en la que era tan extraño el viento del S. Se hubiese empleado ya ocho días en andar un espacio que podría haberse ganado en dos sin ningún esfuerzo.

4 de abril. Lat. 1º 20’ N. Long. 104º 24’ E. Rumbo variable

Después de haber caminado toda la noche bordeando, y siempre con viento flojo, amanecimos en una situación muy próxima a la en que habíamos anochecido el día anterior; estábamos algo más próximos a la isla de Bintang, pero más lejos de la península de Malaca, aunque en posición más ventajosa para hacer rumbo a la punta Romania, que es la más meridional y que había que doblar para llegar a Singapore; se divisaban ya los tres peñascos situados a las inmediaciones de aquella, y otro llamado Pedro Blanco, colocado en medio de la isla de Bintang y la península; a las doce del día un fuerte chubasco mejoró algún tanto el viento y, por consiguiente, nuestro rumbo se dirigía rectamente a penetrar en el estrecho de Singapore, habiendo braceado el aparejo y largado las alas a las gavias, pero a las dos de la tarde ya nos quedamos, de nuevo, en calma y, como nuestra situación era al lado de Pedro Blanco, el capitán dispuso fuese  allá un bote con un piloto a reconocerlo, el que a su vuelta trajo algunos caracoles y mariscos de los más comunes; la isla de Battan aparecía ya por la proa, una ligera brisa empezó a levantarse a las tres y media, pero cada vez más escasa y, poco después, enteramente contraria, por cuya causa nos aproximamos a aquella con mucha lentitud y, en ésta forma, continuamos toda la noche sin otra novedad que la de haberse aproximado tres botes de malayos ofreciéndose a servir de prácticos.

5 de abril

Amanecimos en calma, pero doblada ya la punta Romania; a las ocho de la mañana cayó un fuerte chubasco y desde ésta hora tuvimos algo de viento, aunque contrario, por lo cual nos  adelantábamos, aunque lentamente, de bordo y bordo por el estrecho de Singapore. A las once ya empezábamos a divisar la población de éste nombre y los buques fondeados en su inmediación; la alegría que esto nos produjo, después de tantos momentos de disgusto, fue muy grande y era tan anhelado el instante de saltar en tierra que se nos figuraba ver alejándose de nuestra vista aquellas casas que tanto nos la recreaban; desde seis millas antes de la llegada a Singapore por cualquier parte que uno extiende la vista se goza en la perspectiva que ofrecen aquellos lugares pintorescos; parecía que estábamos en medio de un lago, pues las numerosas islas que hay ya en aquellas inmediaciones obstruyen la vista de l mar en todo el horizonte dilatado; las frondosas costas cubiertas de un hermoso verdor y de corpulentos árboles se veían salpicadas de casas rústicas de malayos; algunos corrales para pescar se adelantaban a ellas a bastante distancia y la ciudad de Singapore se señoreaba en medio de aquellos rústicos lugares.

A las cuatro de la tarde dimos fondo y, sin esperar formalidades de visita de resguardos, sanidad y capitanía del puerto, enteramente desconocidas en Singapore, nos trasladamos a unos botes, que en el país llaman champanes y suplen a las bancas de Filipinas, y remados por cuatro malayos cada uno nos dirigimos a la playa; bien fuera de desear que hubiera algún desembarcadero cómodo pero no he visto ninguno, y así es forzoso saltar a la misma playa mojándose algunas veces y llenándose de arena siempre; nos fuimos a parar al  London hotel, posada francesa de monsieur du Trunquey, perfectamente situada frente al fondeadero y cuyo dueño, entre varios idiomas, posee alguna cosa de español por haber servido en los antiguos guardias Valones; casi todo el hotel estaba ocupado pero, aunque con suma estrechez, pudimos acomodarnos en dicho edificio, en el cual, aunque no con las mayores comodidades, en razón de la excesiva concurrencia no se echaban de menos los camarotes de la fragata “Asiática”. La primera ocupación fue, después de acomodados los equipajes, la de comer y luego salimos a dar una vuelta a fin de tener ya, para el día siguiente, algún conocimiento de los sitios que uno quería conocer para ver y enterarse de todo cuanto notable encierra la población según se expresa enseguida con todos los detalles que han podido adquirirse no obstante lo discordes que han estado en sus contestaciones todas aquellas personas de quienes nos hemos valido para enterarnos  y esclarecer aquello que no comprendimos, por lo cual no debe esperarse una verdadera noticia estadística, pero si algunos datos curiosos de que no le pesara  poner conocimiento al que tengo que visitar éste puerto.

Singapore

Capital de la isla de éste nombre, situada frente a la punta meridional de la península de Malaca. Su situación con respecto al meridiano de Greenwich es:

Lat. 1º 15’ N.

Long. 104º 0’ E.

Esta naciente colonia pertenece a los ingleses, que tomaron posesión de ella el 26 de enero de 1819 por un convenio celebrado con Lomogong, jefe de la isla, y Mahomet Shab, sultán de Johore. Aunque muy reducida, pues sólo tiene 30 millas, su situación es de las más ventajosas para el comercio de Europa, Arabia, la India y toda la Malasia con China, Filipinas y todos los demás países de Oriente; y ésta circunstancia tuvo, sin duda, presente la nación británica para hacer de Singapore un depósito general de los productos de todos los puntos arriba citados y una recalada para las embarcaciones que trafican con ellas; y, si bien ahora no es precisamente el gobierno quien goza de sus provechos (pues es una de las dependencias de la Compañía de Indias, así como Malaca y Pulo Pinang), en su día llegará a producirle conocidas utilidades.

A pesar del corto número de años que data la dominación europea en ésta parte de la Malasia se ve por su estado de prosperidad que se halla bajo la dependencia de una nación poderosa y especuladora que sobrada de capitalistas, a quienes niega ya su propio país el fomento de sus colosales fortunas, tienen que pasar a tierras lejanas y desconocidas  a buscar en ellas los medios de satisfacer su ambición desmedida, logrando al mismo tiempo el gobierno saciar esa sed de predominio general que le devora.

Singapore no puede considerarse como puerto seguro, pues sólo existe un fondeadero frente a la ciudad sin que ni muelles ni otros abrigos aseguren las embarcaciones en tiempos borrascosos, pero no por eso se cuentan casos repetidos de desgracia porque la isla de Battan, que con la de Singapore forman el estrecho de éste nombre, la configuración de la costa y la situación de otras pequeñas islas próximas son cusas de que el mar no sufra grandes alteraciones y así se ve la inmensa concurrencia de buques de todas las naciones sin que les arredre para nada la situación en que permanecen.

La colonia está a las órdenes de un gobernador o residente, que lo es también de Malaca y Pulo Pinang, nombrado por el gobernador general de la India, con el sueldo anual de 24.000 rupias (en el día desempeña este destino un coronel del ejército), tiene además, para que le auxilie, un asistente o segundo gobernador, un superintendente de policía y la “court of judicature”.

Todas estas autoridades ejercen sus respectivos cargos en los tres puntos referidos y cobran por eso sobre sus pagas unos crecidos pluses y además tienen otras dependencias y empleados subalternos necesarios para el desempleo de los diversos ramos que abraza la administración del país.

La guarnición se compone de un regimiento de mil piezas de cipayos, pero mandados por oficiales ingleses; su traje es a la europea, pero la clase de tropa van descalzos y su aspecto y aire militar es poco aventajado; de esta fuerza se destaca también la necesaria para cubrir Malaca y Pinang y hay además en Singapore otros soldados o cuerpos de policía con su respectivo cuartel; aquellos llevan el traje del país o, por mejor decir, el bengalí y por distintivo una banda, que las hay diversos colores y en ella una chapa dorada; estos están encargados del orden de la población y se encuentran en todos los parajes de mucha concurrencia; la tropa sólo da una guardia en la casa donde están las oficinas generales, otra en la casa del gobernador y otra en su hospital; toda la fuerza franca se halla en sus cuarteles situados en una eminencia que domina la población, como a cosa de una milla escasa, y en las inmediaciones de aquellos tienen sus pabellones los oficiales; la marina se compone de tres vapores que recorren continuamente los estrechos y de los cuales puede disponer el gobernador, algunas lanchas artilladas y otras embarcaciones menores. El relevo de todas estas fuerzas y todos los demás auxilios de todas clases que necesita Singapore vienen de Madrás como más próximo, pero las ordenes, prevenciones y cuanto concierne al mando y administración del país las remite desde Calcuta el gobernador general de la India al que lo es de éste punto.

El pasajero que llega a Singapore no tiene necesidad de mostrar su pasaporte ni presentarse a ninguna de las autoridades y así sólo debe ocuparse de buscar alojamiento, recorrer la población o dedicarse a los quehaceres que tenga menester.

Como puerto franco no tiene aduana pero no están, sin embargo, las operaciones del tráfico mercantil libres de algunas trabas: el capitán de un barco que tiene que alijar en Singapore debe presentar a la policía un manifiesto en que se exprese los pasajeros, carga que conduce y la que debe descargarse; los dueños o consignatarios presentan igualmente otro que debe estar conforme con el del capitán e igual operación se practica para la salida; si algunos quieren dejar algo a depósito lo practican, pagando por ello un medio por ciento; todo esto se ejecuta con suma rapidez y precaución y, ejercido bajo la influencia de una policía vigilante y activa, no ha lugar a fraudes.

El gobierno tiene estancado el opio, que es una de sus rentas más productivas, en razón de que a los chinos residentes les permiten fumarlo; lo están también las bebidas espirituosas, el buyo o betel de que tanto uso se hace en el Asia y también están subastadas las casas destinadas al empeño de alhajas u otras prendas y los puestos del mercado ocupados con la venta de comestibles; el método que tiene para sostener estos estancos sin necesidad de empleados es el de contratas con particulares, a quienes se les da el privilegio de ser los exclusivos en la venta de los efectos, porque cada uno esté obligado y ellos cuidan por sí, bajo la protección de la policía, de que no haya ningún otro que clandestinamente se dedique, con perjuicio suyo, a un tráfico igual.

La compañía de la India, al tomar posesión de este territorio, hizo varias acotaciones de terreno que fueron vendiéndose a los particulares que se establecían en la colonia y lo solicitaban, ya para la formación de las casas en la ciudad, ya para establecer haciendas o para los usos a que pensasen dedicarlos; como todavía está la mayor parte de la isla inhabilitada, continuamente se están haciendo nuevas cesiones y el producto de ellas es otro de los artículos de los que forman el presupuesto de ingresos.

Para atender a la reparación de las calles y abrir calzadas nuevas en el interior tienen impuesta una contribución del diez por ciento sobre el alquiler de las casas y un paso mensual por cada carruaje y otro por cada caballo que se tenga, por cuya razón están todos numerados.

Reunidos los productos que saca de todas sus rentas el gobierno de Singapore, subieron el año de 1841 a la suma de 381.196 rupias, los gastos en el mismo año, exceptuando el presupuesto de militares  y presidiarios, subieron a 215.794 rupias, lo cual da a favor de la Compañía una suma de rupias 165.402, pero como hay que añadir a esto la guarnición, que es variable y cuyos sueldos en dicho año ascendieron a 171.352 rupias, el haber de los confinados bengalís calculado en aquella época en 55.007 rupias y lo necesario para cubrir los gastos de Malaca y Pinang, cuyas rentas no dan lo necesario para cubrirlos, resulta de aquí que estos tres establecimientos reunidos les cuesta una cantidad crecida el sostenerlos,  no obstante el sobrante de las rentas de Singapore; pero si se atiende a lo que van prosperando cada día, es de suponer que dentro de algunos años saquen de ello utilidades que sobrasen, superando abundantemente los desembolsos hechos hasta aquí.

La población va multiplicándose prodigiosamente: en el año 1824 sólo contaba 10.683 habitantes, en el de 1830 subía su número a 16.534, en 1836 a 29.284 y, según el censo de 1840, llegó a 33.969 y, desde esta última fecha hasta el día, ha seguido el aumento, si cabe, mayor. Con arreglo al último cómputo había 167 europeos, 467 hijos de estos o naturales cristianos, 17.179 chinos, 9.032 malayos y el resto, hasta el número total, de bengalís, indios, judios, árabes, javaneses, armenios, cafres y de todas las naciones y puntos de la tierra conocidos. En el censo no están incluidos los militares y presidiarios, pues este número varía según las circunstancias.

Como cada individuo lleva el traje correspondiente a su país, es un contraste muy singular el que forma cualquier reunión de personas en las calles o en cualquier sitio público: el malayo, casi desnudo, al lado del judío, con su respetable traje talar, el árabe se confunde con el armenio, el turco con el malabar y el parsí con el cafre; al lado de la cara cobriza del javanés se presenta la original fisonomía de los chinos y  junto al ennegrecido hindús resalta la blanca y sonrosada tez del ingles, de suerte que la población ofrece el aspecto de algunas ciudades de Europa en un martes de carnaval o un salón de máscaras continuado.

La ocupación general de todo este pueblo es el comercio, pero se están formando también algunas haciendas en las que han hecho grandes plantaciones de coco, cacao, clavo y nuez moscada; los chinos son los únicos que trabajan las tierras, mas no es la agricultura lo que llama preferentemente la atención; del producto más necesario para todo el Asia, el arroz, apenas se cogerá para el consumo de un solo día, la caña dulce se da también pero en muy poca cantidad; las frutas más comunes son el plátano, las naranjas y las piñas, estas de una calidad exquisita, y como todos los demás artículos de come, vienen de fuera, hace de aquí la gran carestía que se nota en Singapore; en todos los efectos de comestible, un carnero del tamaño de los de Europa vale hasta 18 peso, cada pan de una libra próximamente como dos reales de vellón y todo en proporción. Los chinos también ejercen todos los oficios y una de las principales ocupaciones es la edificación, pues con el grande incremento que va tomando la colonia apenas hay los brazos necesarios para levantar las casas en que han de albergarse los que nuevamente pasan a establecerse; por lo demás, la gran mayoría está dedicada al tráfico y todas sus dependencias. Las casas extranjeras establecidas en el pueblo, ya en la carga y descarga de los buques, ya en el corretaje, ya en traspaso de efectos, facilitan ocupación al mayor número. En la época en que esto se escribe había fondeados en Singapore 35 champanes chinos, dos fragatas a la europea de Cochinchina y hasta unos cuarenta barcos de cruz de todas las naciones conocidas, no contando las embarcaciones menores para el comercio con las otras islas de los estrechos y, además, un paso y repaso continuo de buques, particularmente en ciertas épocas del año. También tienen en Singapore un periódico titulado: “The Free Press” (la prensa libre) en el que se publican noticias de interés mercantil y algunas otras, aunque pocas, y se anuncia por su medio la entrada y salida de buques.

En Singapore corre toda clase de moneda pero su valor varía según el cambio de la plaza con la nación de que proceden, pero la más cotizada, la que siempre es preferida a todas, es el peso columnario Español; para las compras al por menor se usa la rupia, ya de Java, ya de la India, cuyo valor no llega a medio peso, y está dividida en medias rupias y cuartos de rupia, ya hay además las fracciones de cobre, que son los ochavos, de los que 120 hacen una rupia.

La ciudad propiamente dicha ofrece una perspectiva poco agradable: sus calles no son muy anchas y si bastante sucias, las casas pequeñas en lo general, mezcladas con ellas se ven algunas de chinos ricos construidas con su caprichosa arquitectura, las tiendas son miserables y no se ve en ellas nada notable; en la parte más alta están los escritorios y almacenes de los comerciantes ingleses y demás europeos y aquí ya presentan una vista mejor, las calles son más anchas, los edificios más regulares, aunque bajos, y algunas tiendas, donde se encuentran géneros de Europa y de Oriente pero no con la abundancia y baratura que debiera esperarse en un puerto franco y tan frecuentado. En las extramuros de la población hay barrios de chozas miserables de caña y paja que habitan los malayos sobre un terreno tan húmedo y malo que parece imposible puedan vivir con salud en aquel lugar; corre por un extremo de la ciudad un estero canalizado que s pasa por dos puentes de madera y aquí se entra en lo más bello que tiene Singapore: en una planicie que se prolonga  a lo largo de la costa, al pie de unas colinas, se hallan formadas calzadas cómodas, anchas y rectas y a la derecha e izquierda de ellas están edificadas las casas en que habitan los ingleses, construidas con el mayor esmero y elegante arquitectura; en todas ellas se ven galerías de vistosas columnas y una profusión extraordinaria de ventanas y puertas para facilitar la circulación del aire, todas ellas con persianas verdes, y se nota un gusto extraño en el adorno exterior, pues las fachadas se revocan y pintan con frecuencia; casi todas están aisladas y tienen su jardín, y estos son los que forman las calles; los ingleses viven allí con lujo, pero aislados y sin ningún género de sociedad, sin embargo se estaba por el mes de abril habilitando, en una casa particular, un teatrito en el que debían representarse por los mismos extranjeros aficionados algunas funciones dramáticas y conciertos; la casa dicha había sido alquilada por el comercio que trataba, por medio de una suscripción, de formar en ella un liceo con objeto de tener una función semanal; la primera debía tener lugar el 18 de aquel mes.

Cuando salen a la calle las señoritas visten con elegancia, los hombres generalmente de chaqueta y pantalón blanco, exceptuando cuando van a la iglesia que lo verifican de casaca. El carruaje más habitual es el palanquín, que viene a ser un cajón en forma de tartana con cuatro ruedas, donde sólo pueden acomodarse con amplitud dos personas: una en la testera y otra en su frente pero, con estrechez, cabrán hasta cuatro; van tirados por un caballo y el cochero, que es malayo en su traje, marcha siempre al lado de aquel y casi siempre a la carrera cogiéndose por las riendas; también hay algunos carruajes a la europea, aunque pocos, pero se nota la falta de un punto de reunión o paseo a donde puedan salirse en ellos a recibir el viento de las tardes y así cada uno va por el sitio que mejor le parece.

Entre los edificios sobresale la casa en que están las oficinas de gobierno por su extensión y vistosa arquitectura, un colegio destinado a la educación de jóvenes europeos y algunas casas de particulares, de mayores dimensiones y mejor gusto que la generalidad; en la que vive el gobernador nada tiene de notable, se halla situada sobre una eminencia que domina la población y a su lado está el telégrafo con que se corresponden los barcos entrantes y salientes; la edificación en Singapore es bastante barata y así se ven edificios tan hermosos sin que hayan costado un gran capital.

Como existe la libertad de cultos, y son tantas las religiones y sectas que hay, son muchas y variadas las iglesias que cuenta y uno de los objetos de curiosidad para el viajero; las dos católicas, la francesa y portuguesa, situadas en el barrio de los europeos, no pasan de ser unas capillas que, por su sencillez, nada ofrecen de notable. Dentro de la ciudad, la china se ha de remarcar por la originalidad de su gusto; son dos cuerpos separados por un patio, en el principal se halla, de la propia manera que en nuestros altares, en el centro la imagen d Confucio y a los lados otras dos de mujer que los chinos dicen es su diosa de la fortuna y los que son católicos llaman su Santa María; los dos cuerpos de la iglesia están sostenidos por columnas de madera de una construcción rara y las paredes cubiertas de relieves de mérito, pero con la falta de gusto en el dibujo que caracteriza toda obra china; la pintura es un color encarnado, el más subido que cabe, y perfectamente charolado y los adornos dorados; el tejado es aun más original que el resto del templo, todo él está lleno de dragones, esfinges y otros animales de relieve pintados de una inmensidad de colores, a cuál más subido; en sus ceremonias religiosas colocan frente al altar una mesa que cubren de varias clases de platos con artículos de comer, todos llenos de adornos, y arden en ella una porción de cerillas y pebeteros de todos colores; y se ve frecuentemente al lado de un chino que está rezando con mucho fervor, otro que fuma amfión, otro que come y otro que se acuesta; saliendo de la iglesia, al frente de la puerta, hay un cercado y en él tienen un teatro portátil donde dan sus representaciones; las contorsiones y los chillidos de los cómicos hacen reír a la multitud agolpada a ver aquel espectáculo cuyo argumento, sin embargo de no entenderse el leguaje, se conocía ser disparatado; los trajes eran de bastante lujo y la música ordinaria de ellos, de batintines y platillos, más aparente para ensordecer que para agradar.

Casi fuera de la población se halla una mezquita para los mahometanos extranjeros y al lado de ella una pagoda para los hindús gentiles, que consiste en una capilla muy reducida dentro de un patio donde tienen, en un altar, colocado su ídolo; este es una figura de madera de facciones disformes y con dos, cuatro y hasta ocho brazos según el mes en que lo adoran. Después que ejecutan sus rezos delante de aquel que llaman su Dios, un sacerdote de ellos, Brahmán, saca una bandeja con ceniza y con ellas se hacen unas rayas en los brazos o en el pecho para lo cual se untan primero los dedos.

También se encuentran fuera de la ciudad, en la falda de una colina, no lejos de los cuarteles, los cementerios de chinos y mahometanos; sus sepulcros están colocados sin ningún orden ni simetría y nada tienen de remarcable.

En la población en que están las casas de los europeos se halla, por la parte de la costa, la iglesia protestante inglesa; su forma es semejante a la de las nuestras, pero no hay altar, imágenes ni otra cosa que un púlpito o cátedra donde se sienta el sacerdote a leer la Biblia los domingos y alrededor una hilera de bancos y sillas donde lo verifican los concurrentes a escucharle. Tiene también su correspondiente torre y en ella un reloj.

La iglesia Armenia se halla poco distante de la precedente, su arquitectura exterior es muy sencilla pero de mucho gusto; el interior es un templo pequeño, circular, en el que están colocadas varias hileras que dan frente a una mesa de altar enteramente igual a las nuestras, el cáliz envuelto con un velo está expuesto en el centro de aquella; detrás, y colocado sobre una grada, se ve un cuadro que representa el Descendimiento de la Cruz y sobre éste otro con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Al otro lado de la población europea hay varios arrabales de casas miserables de paja ocupadas por los malayos y, en sus inmediaciones, tienen estos su mezquita que sólo puede compararse a un granero con un reloj de pared situado en la que está enfrente a la puerta de entrada.

Esto es cuanto observamos y vimos en Singapore, y no creo que otro más curioso habría visto tampoco más, porque un pequeño carenero que se encuentra en la prolongación de la playa no mece, por su poca importancia, el trabajo de ir a verlo.

Sin embargo de que llevábamos cartas de recomendación para una porción de personas no nos fue necesario hacer uso de ellas, porque en la casa del señor Almeida, portugués, a donde fuimos la primera noche que llegamos, encontramos todo cuanto pudiéramos desear: agasajos, buena voluntad para servirnos y aquella amabilidad sin afectación que tanto agrada a un extranjero en un punto donde no conoce a nadie; allí se nos facilitaron todas las noticias que apetecíamos acerca del viaje que debíamos proseguir y, por cierto, que no quedamos del todo satisfechos de cuanto supimos; uno de los días de permanencia nos dieron una buena y buen servida comida a donde concurrieron algunos otros convidados y, por la noche, hubo un pequeño concierto desempeñado por sólo los de la casa, pues todos los hijos del señor Almeida son músicos de afición y así pasamos un rato agradable; las señoritas, que son bastantes, nacidas todas en el país, también tocan el piano y alguna canta; no carecen de mérito personal y son afables en su trato, en fin, la consideración y demostraciones de aprecio que merecimos a esta amable familia, merece que se haga de ella una grata memoria como justo tributo de correspondencia a su buen afecto y cordialidad.

No obstante lo próximo a la equinoccial que se halla Singapore no es el clima tan caluroso como debiera presumirse; se experimenta, sí, calor , pero por las mañanas, temprano, y a las tardes se siente una brisa agradable que templa la fuerza del sol y hace grato un paseo a dichas horas; no hay época fija de aguas como en otros puntos de la zona tórrida y apenas se conocen los terremotos; por esta razón los edificios pueden ser sin peligro sólidos y poner en su construcción mayor esmero.

Tres son las posadas principales que hay en Singapore: dos inglesas y la francesa donde paramos. Como ya se ha dicho que todo el comestible menos la fruta es muy caro y no son muy baratas las casas, las posadas, por consecuencia forzosa, han de ser caras también, a nosotros nos lleva­ban dos pesos y medio al día por persona y estábamos cinco en solo dos cuartos y no grandes; los vinos y demás bebidas son cuenta separada. Nos daban por la mañana una taza, de té con leche, a las siete, y a las nueve un almuerzo de seis platos y a las cinco de la tarde la comida de ocho, todo bien sazonado, y a las ocho de la noche, si se pedía, una taza de café o té con leche; la servidumbre es de tres clases: los naturales de Mala­ca, a quienes por su religión e idioma llaman portugueses; estos son los principales y dedicados al servicio personal y de la mesa, ganan ocho pesos mensuales pero con la obligación de que han de vestir de chaqueta y pantalón blanco; los bengalíes desempeñan otros quehaceres de la casa, visten en su traje y tienen de salario cinco pe­sos y los chinos se ocupan de los servicios mas bajes y ganan poco, pero se desconfía de ellos porque son generalmente rateros; los malayos se dedica a cocheros y ganan seis pesos mensuales con la obligación de cuidar el caballo, mas no se crea que por haber tanta clase de criados se está bien servido, antes al contrario se notan muchas faltas en todo cuanto uno encarga o desea.

En la misma fonda de monsieur Du Trunquey, hay palanquines de alquiler y lleva por ellos un peso diario por todo un día y la mitad si só­lo se toma por medio; y no tengo noticia de que se alquilen en ninguna parte otra clase de carruajes. Los lavanderos, ordinariamente bengalíes, y todo cuanto a uno se le ocurre lo proporciona el mismo señor Du Trunquey de muy buena voluntad; no son caros aquellos pero lavan muy mal, no planchan bien y como en toda el Asia destrozan enteramente la ropa y hay que tener además otra persona para que la cosa después. Esto es cuanto creo pueda interesar, por  el pronto, al que de paso llegue a Singapore, que el que necesite detenerse en éste punto tiempo tendrá de adquirirse los demás pormenores.

10 de abril

A las siete dela mañana nos embarcamos, en la  playa, en dos champanes y nos trasladamos a bordo  de   la misma  fragata  “Asiática”  por no ha­ber encontrado ocasión mas  pronta y segura de seguir nuestro viaje; la marinería  se hallaba ya ocupada  en las maniobras  preparativas  para  darse a  le vela; a las ocho  de  la  mañana  levaron el  an­cla y poco  después ya estábamos  andando; el viento, aunque  frio, nos fue al principio  favorable y así veíamos  lentamente  alejarse  aquellos  sitios   que perdíamos  de vista sin pena  porque  ningunas  afecciones, de  aquellas  que   ligan a  un punto,  podíamos sentir en Singapore. Por todas  partes  nos  hallá­bamos  rodeados  de  islotes   que  se  adelantan en las  costas  de  aquella  isla y de  le  de Battaan y forman el estrecho.   Como  si  un hado fatal persiguiera nuestro viaje,  el viento  reinante, que has­ta nuestra llegada a  Singapore, los  días  de per­manencia  y aun el momento  de  marchar había  sido del  S., cambio  repentinamente   al  N.O.,   que  era el rumbo   que   debíamos tomar y,  por consiguiente,  la fragata empezó a bordear siguiendo  en esta  forma hasta  la  noche  por aquellos   sitios   que,  aunque muy pintorescos, no  los mirábamos con placer por­que  los  veíamos  demasiado  tiempo y no  adelantábamos lo  que  quisiéramos.

Nada ocurrió hasta el  día  siguiente  que merezca mencionarse.

11 de abril. No hubo observación por navegar por parajes conocidos

Amaneció en la propia forma en que habíamos anochecido el día anterior y la fragata continuó su marcha dando bordos a causa del viento contrario y procurando, aunque  lentamente, ganar el te­rreno necesario para penetrar por le bocana que forman la punte Tanjong, de la península de Malaca, y las  islas llamadas grande y chico Carimón; la noche nos cogió cerca de estas y así, por su oscuridad como por la inseguridad del viento, se dió fondo a las diez de  la noche hasta la salida de la luna sin que hubiera ocurrido otra novedad.

12 de abril. Como estábamos en paraje enteramente conocido tampoco hubo observación

Poco después de haber salido la luna se levó el ancla y continuamos  la marcha; el viento arreció notablemente y, no obstante haberse  aferrado los sobres y juanetes y cargado la mayor, la fra­gata caminó velozmente durante el chubasco; al amanecer se serenó algo el viento y aquella volvió a su marcha tardía y molesta para la tripulación en razón a las continuas viradas que ha­bía que dar; las islas de Carimón y de Pulo Pisan quedaban ya por la popa y caminábamos, en cuanto era posible, paralelos a la costa de la península de Malaca. Por la tarde un fuerte chubasco hizo marchar bastante tiempo al barco en su verdadero rumbo del O.N.O. y así rebasamos poco antes do oscurecer el monte Formosa de la península. La noche estaba oscura y amenazando chubascos por todas direcciones y el mar en calma; en este estado se recogió todo el aparejo posible y se aguardó preparados de esta manera a lo que el viento diese de sí.

13 de abril. No hubo observación este día por no ser necesario en razón a hallarnos en terreno conocido

A las doce de la noche refrescó algo el viento y, aunque siempre contrario, continuamos nuestra penosa marcha de continuo bordegeo; al amanecer nos encontrábamos entre la isla de Bucarisse, próxima a la costa de la de Sumatra, y la península de Malaca y seguimos de esta forma nuestra derrota todo el día para adelantar cuanto fuese posible al N.O,; entre ocho y diez de la noche divisábamos la claridad producida por las luces de Malaca, posesión inglesa en la península de este nombre, al pie del monte Ophir, y toda la noche proseguimos sin novedad; un buque que habíamos avistado por la proa poco antes de anochecer pa­só por nuestro costado cuando nos hallábamos a la altura de aquella  ciudad.

14 de abril. No hubo observación

Amaneció sin novedad pero con el mismo viento contrario; nuestra situación era próxima al cabo Rachado de la península, que se presentaba por estribor y por babor se avistaba, a larga distan­cia, confundida entre las nubes, la costa de Sumatra. La fragata continuaba su marcha de bordo y bordo con objeto de rebasar aquel cabo, lo que tuvo efecto a las once de la mañana; desde muy temprano habíamos descubierto un bergantín que marchaba para Bombay y al que dimos alcance; a la una refrescó el viento y se presentó por la proa un bergantín goleta que, a todo vela,  llevaba su rumbo a Malaca. Al cruzarse con nuestro barco el capitán de aquel hizo varias preguntas, que fue­ron contestadas, y muy pronto lo perdimos de vis­ta. A las seis de la tarde, siendo el viento muy escaso y le corriente muy rápida y contraria, se dio fondo y así permanecimos hasta las diez de la noche, en que se levo el ancla y continuamos de nuevo nuestra marcha sin novedad.

15 de abril. No hubo tampoco observación en éste día

Amaneció sin novedad, pero siendo también, como la tarde anterior, escaso el viento y contraria la corriente se volvió a dar fondo a las seis de la mañana, hasta las nueve que continuamos la marcha siempre a la vista de la costa de Malaca y divisándose a lo lejos, por el lado opuesto, la de Sumatra. El cabo Rachado se hallaba ya a bas­tante distancia por popa pero o la vista, y pró­ximo a él, dando bordos como nosotros el mismo bergantín que hablarnos dejado atrás en el día de ayer; a las cinco y media de la tarde se volvió a dar fondo hasta las diez de la noche; esta fue muy tormentosa, continuamente lloviendo y con vientos variables, por lo cual se puso el barco en facha, a fin de no tacar en un mal terreno, pues por las inmediaciones de la costa había poco fondo, razón por la cual se iba sondeando constantemente; un bergantín y una fragata pasaron durante la noche por nuestro costado con rumbo a Malaca; al  primero ya lo habíamos divisado antes de oscurecer.

16 de abril. Por las mismas causas que los días anteriores no hubo observación

Poco antes de amanecer se cambió el aparejo en disposición de que el barco anduviera, pero como siempre con viento contrario; estábamos cerca de la punta y cerro Parcelar de la costa de Malaca, la de Sumatra no se distinguía. Continuamente había que bordejear con objeto de ganar terreno al N.O. para doblar aquella pero el viento soplaba en la misma dirección y ocasionaba el que apenas adelantáramos nada; era un disgusto muy grande el ver los malos auspicios con que ha­cíamos nuestro viaje contrariado por los elementos y siendo bien extraño, según la opinión de los inteligentes, la constancia del viento N.0. en esya estación y en estos parajes; lo dos buques que se habían cruzado con el nuestro durante la noche se perdieron de vista a las ocho de la mañana, el otro bergantín seguía el mismo rumbo y dando bordos en pos del nuestro; a las dos de la tarde ya empezó a divisarse la isla de Pulo Lomant, próxima por el N. al monte Parcelar y, a las cuatro y media, por las mismas causas que los días anteriores, se dio fondo; a esta hora teníamos ya a la vista cuatro buques, los dos mas avanzados pasaron próximamente  al oscurecer y los otros dos y una barca mas lo verificaron por la noche; su procedencia según parecía era de Bombay y la época hacía creer llevasen opio a China o Singapore. A las nueve se levó el ancla de nuevo y seguimos con un poco mejor viento pero muy flojo.

17 de abril. No hubo tampoco observación

Desde les dos de la madrugada se hallaba la fragata fondeada; al amanecer nos encontrábamos algo distantes del monte Parcelar y a la vista de las islas de Pulo Lomant y Pulo Cailan, situada esta al N. de aquella; la barca que nos había rebasado durante la noche estaba ya muy lejos y a poco desapareció; el bergantín que seguía nuestro rumbo hacía cuatro días no se le veía ya. A las siete de la mañana se levó el ancla  y continuamos la marcha en la propia forma que los anteriores; por salvar los bajos de que está salpicado todo el estrecho de Malaca dirigíamos nuestro rumbo bastante apartado de la costa y así sólo se percibía confundido con las nubes a mucha distancia el monte Parcelar; el calor añadía en éste día una incomodidad a las muchas del viaje; el termómetro marcaba, a las dos de la tarde, 90 grados; a las tres se dio fondo hasta el oscurecer y se continuó el rumbo como siempre contrariado por el viento, virado continuamente y sondeando a cada momento, pues estaba rodeado de terrenos bajos el sitio por donde caminábamos; la noche fue fatal para los pilotos y marineros pues no cesó de llover ni ellos tampoco de maniobrar.

18 de abril. Sin observación porque no lo permitió el nublado

Desde las cuatro de la madrugada nos hallábamos fondeados y así permanecimos hasta les 8 en que se levó el ancla; poco después sobrevino una tronada con un copioso aguacero y viento fuerte del N.O. que todo fue sosegado para las doce, a cuya hora descubrimos un champan que pasó con rumbo opuesto por el costado de estribor; no se apercibía tierra alguna pues en la noche habíamos ganado bastante terreno al 0. y así habíamos perdido de vista la costa de la península de Malaca; a las cuatro y media se avistó una barca que con viento en popa seguía el rumbo opuesto al nuestro y desapareció a la oración; el resto de la noche se pasó sin novedad pero con continuos chubascos y tormentas.

19 de abril. No hubo observación por ser sitios conocidos y bien situados

Amaneció con la atmósfera mas despejada, por el E. se descubría la costa de Malaca y al N. las islas de Pulo Samblan sobre las cuales bordejeábamos con objeto de rebasarlas, pero como el viento era duro y del N.0. se adelantaba poco; el disgusto era cada vez mayor por ver que un viento tan ajeno de la estación contrariaba de tal manera nuestro viaje, que hacia de temer el que no llegásemos a Calcuta a tiempo de alcanzar el va­por. A les cuatro de la tarde se avistó por el 0. a Pulo Farra y nada mas ocurrió en el resto del día y de la noche. La mar estaba bastante picada y se adelantaba muy poco y con molestia de todos, en especial de los mareados, como el que escribe.

20 de abril. No hubo observación

Amaneció sin otra novedad que haber afloja­do un poco el viento pero siempre del N.O.; seguimos dando bordos entro Pulo Samblan y Pulo Farra y aburridos cada vez más; a las doce se divisó una barca con dirección opuesta a la nuestra a cuya hora también nos cargó un chubasco del O. que nos hizo mejorar el rumbo hasta las cuatro de la tarde en que estando ya al paralelo de las islas arriba citadas se volvió a llamar el vien­to al N.O. y nosotros a bordejear hasta lasdoce de la noche que quedamos en calma.

21 de abril. No hubo observación

Después de haber pasado toda le noche en calma, a las seis de la mañana, a poco de aparecer el sol, se levantó un viento fresquito del N.N.E. que nos hizo marchar a rumbo, aunque ciñendo, has­ta ponernos al paralelo de la punta N. de Pulo  Samblan, a las nueve se levantó el viento al N.O. con un aguacero y empezamos de nuevo a bordejar; todo el día se  pasó de este modo,  con continuos chubascos, pero siempre contrario de manera que la paciencia se agotaba al ver la mala estrella con que hacíamos este desgraciado viaje. A las 10 de la noche  se nos ofreció un espectáculo enteramente nuevo pera nosotros: una nube negra y enteramente cortada se  extendía en dirección de N. a S. todo cuanto alcanzaba la vista y levantándose por el 0., sin que sus bases se desprendiesen del horizonte, empezó a formar un arco de igual efecto que el  de  une  bóveda; la claridad que se descubría por el O. parecía que se aproximaba tanto al barco que algunas veces creíamos que lo que realmente era el celaje que quedaba al otro lado de la nube no era sino una mar llana, sobre la que íbamos a surcar, dejando aquella en que nos hallábamos; el arco se  fue elevando poco a poco y, pasando por nuestro cenit, lo vimos  trasladarse a popa presentándonos por el E. Igual espectáculo  que nos había ofrecido por el O. El piloto que se hallaba de guardia se  alarmó a su vista y nos dijo que este aspecto de  la  atmósfera era en el Atlántico  precursor de huracanes y temporales, sin embargo  a nosotros sólo nos de­jó una brisa no muy  fuerte del N.O. que obligó a aferrar los sobres y cargar la mayor; como a cosa de un cuarto de hora de haberse trasladado la nube al 0. se  fue dividiendo en varias porciones; las bases también se elevaron y todo quedó esparcido en diversos chubascos de los cuales apenas nos alcanzaron algunos; el resto de la noche continuó en la propia forma.

22 de abril. No hubo observación

Amanecimos con el mismo viento del N.O. pero flojo; teníamos por la popa a Pulo Farra. Por estribor, ya rebasada, Pulo Semblan y al N.E., a mucha distancia, se avistaba Pulo Penang; a las ocho quedamos completamente en calma y así pasamos todo el día borneando con bastante calor, hasta las ocho de a noche que se levantó una ligera ventolina del N.N.O. que, aunque ciñendo, nos aproximaba e Pulo Penang, sin que novedad notable ocurriera en el resto de la noche.

 23 de abril. No hubo observación porque lo impidió el estado de la atmósfera

Amaneció con la misma ventolina pero el tiempo achubascado; cuando estaba ya claro el día divisamos una barca, que con el rumbo opuesto, se dirigía hacia nosotros; a las ocho estábamos al habla y dijo ser la  "Cumberland", que procedente de Punta de Gales (isla de  Ceilán) se dirigía a China; como no pudimos  entender nada de cuanto hablaron, por no conocer el inglés, no supimos hasta el tiempo de apartarnos que iban en ella pasajeros españoles, por lo que sólo hubo el ne­cesario para gritarles: "adiós españoles”; ellos contestaron: “buen viaje" y, arborando los pañuelos de una y otra parte no hubo ocasión de hacer otras demostraciones. La alegría que tuvi­mos al oír nuestro lenguaje, después de tantos días que nos era harto dificultoso el hacernos entender de los oficiales de nuestro barco, fue neutralizado con el sentimiento de no haberlo sabido con tiempo suficiente para adquirir noticias que nos hubieran sido agradables y acaso de inte­rés, y solo nos dijo el capitán que iba allí el Superintendente de Filipinas, que desde China marchaba a Manila; poco después cayó un chubasco y el buque desapareció de nuestra vista; la mar es­taba algo alterada y producía muchos balances. El viento era N.O. y el rumbo N.N.E.; cuando se des­pejó la atmósfera conocimos que nuestra situación, era a la altura de Pulo Penang. A la una quedamos completamente en calma y, como la mar seguía bas­tante alterada, los balances eran muy molestos y produjeron un mareo harto fatal para los delica­dos, que como el que suscribe se acostumbran con dificultad a estos movimientos.

24 de abril. No hubo observación

Amaneció en calma como la noche anterior y, si alguna vez se levantaba una ligera ventolina, era del N.O. lo que obligaba a ir ciñendo siempre; a las ocho de la mañana se avistó un anchiman que habló por señas y dijo ser “El Ingés”, que de Bombay se dirigía a China; con la poca ventolina que le era favorable desapareció y lo mismo una barca que vimos por el O.; en el resto del día y en la noche no ocurrió novedad.

25 de abril. No hubo observación pues no nos habíamos movido del sitio

Calma como en el día anterior pero con un calor extraordinario; el termómetro subía a 22° y todo se reunía para hacer mas molesto y fatigoso el viaje; ya se iba agotando todo género de esperanza y era tanto mas sensible cuando se conocía que era un fenómeno de la estación lo que nos es­taba pasando; como el buque estaba borneando, Pulo Penang se presentaba por diferentes partes, según las vueltas que daba aquel.

26 de abril. No hubo tampoco observación

Calma y sin otra ventaja sobre el día ante­rior que sentirse un poco menos de calor; a las doce y media se levantó una ligera ventolina del O. y con ella se anduvo una corta distancia, luego se llamo al N.O. y estuvimos bordegeando la tar­de y noche enteras con chubascos duros del N. y del N.O.

27 de abril. No hubo observación

Amaneció en la misma manera que había pasa­do la noche y, cuando la atmósfera lo permitió, descubrimos la isla de Pulo Botten por el O.N.O., las Landcawan por el N. y por el E. la península de Malaca; por este lado se avistó un bergantín atracado a aquella y por el 0. un bergantín gole­ta con rumbo opuesto al nuestro; el viento era del N.O. y por consiguiente nuestra marcha de bor-

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Aquí  falta una página que incluye los días 28, 29 y 30 de abril y 1 de mayo.

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2 de mayo. Situación a las 12 del día: Lat. 6º 48’ N. Long. 98º 24’ E.

Se presentaron diversos chubascos en distintas direcciones, todos ellos amenazantes; el viento estuvo por algunos momentos tan indeciso que no se sabia cual era su verdadera dirección, pero por fin rompió uno de los chubascos por el O.S.O. y empezó a soplar con viento duro; el rumbo que seguimos desde este momento fue desde el N.O. al N. porque aquel no estaba fijo y por esta causa nuestra dirección había de ser variable; a las 11 de la mañana, no siendo ya posible continuar en vuelta del N. por temor de aproximarnos demasia­do a las peñas y bajos que se adelantan en esta parte de la costa de la península de Malaca, se viró y, con rumbo S.0. ó O.S.O., caminamos todo el día siempre con viento duro; por la noche aflojó algo pero por el mismo sitio lo tuvimos toda ella del O. al O.N.O.;en todo este día no se divisó tierra alguna y cada vez se alejaba mas de noso­tros la esperanza de poder alcanzar en mayo el vapor de Calcuta.

3 de mayo. No hubo observación

Amaneció sin novedad con viento flojo del N.O., la proa iba al O.S.O. siguiendo de esta mane­ra hasta las nueve de la mañana que quedamos casi en calma; la atmósfera estaba cargada por el E. y por el N.O. se formaban también algunos nu­barrones que hacían por momentos refrescar el viento de este lado, pero no por eso andaba el barco; así se mantuvo todo el día; a las ocho de la noche era extraordinaria la cargazón de le atmósfera por todas partes, particularmente por el N.O.; poco después no parecía sino que nos hallábamos debajo de una bóveda enteramente negra; se aferró todo el aparejo dejando solo las gavias y a las nueve era ya tal la fuerza con que soplaba el N.O. que fue forzoso tomar las tres fajas de rizos a aquellas; el rumbo era O.S.O. y ciñendo todo lo posible andaba el buque seis mi­llas por hora; el viento saltaba con frecuencia del N.O. al S.O. y así hubo algunos momentos que navegamos a buen rumbo. El agua ere constante y las fugadas borrascosas muy frecuentes; a las 12 de la noche ya pudo largarse el trinquete.

4 de mayo. Situación a las 12 del día: Lat. 6º 2’ N. Long. 96º 56’ E. Rumbo variable

Antes de que amaneciera ya había calmado el viento algún tanto por lo que pudo, antes de ama­necer, largarse la mayor y todo el aparejo sucesi­vamente después que estaba el día claro; por la popa descubrimos la dilatada costa de la isla de Sumatra hasta su punta N.; así caminamos toda la mañana y hasta las seis de la tarde; a esta hora se aumentó también mucho la cargazón de la atmós­fera y, por precaución, se fue aferrando todo el aparejo; a las ocho de la noche se llamó el vien­to al 0. y fue forzoso virar, a cuyo tiempo cargó un chubasco con tanta fuerza que obligó a tomar las tres fajas de rizos a las gavias con cuyas solas velas caminamos toda la noche, que fue bien fatal pues hubo muchas lluvias y variaciones continuas del viento que produjeron viradas repetidas; la mar estaba muy lacerada y el mareo se hizo sentir notablemente.

5 de mayo. No hubo observación por el estado de la atmósfera

Toda la noche continuamos como queda dicho arriba; al amanecer se afirmó el viento del O.S.O. y de esta manera pudimos navegar a rumbo; a las dos de la tarde calmó un poco pero volvió e re­frescar a las cuatro y duró así toda la noche, por cuya causa no llevaba el buque más vela que las mayores y las gavias arrizadas. La mar seguía muy picada.

6 de mayo. No hubo observación. Rumbo N.O. a N.O. 1/4  N.

No hubo novedad en la noche. Cuando amaneció ya había calmado el viento y apaciguose el mar por lo cual se largó todo el aparejo; a las doce y media cargó un fuerte chubasco del O.S.O. que obligó a aferrar juanetes y sobres, pero pasado aquel se volvieron a largar; como el viento era favorable el barco iba en N.O. ¼ N. ganando nueve millas por hora y aun cuando no siguió siempre soplando con tan­ta fuerza no dejamos de andar por lo menos a siete millas en toda la noche, pero hubo que picar durante ella tres veces la bomba porque el buque hacía mucha agua.

7 de mayo. Lat. 10º 40’ N. Long. 95º 18’ E. Rumbo N.O. a 1/4 N.

Amaneció con la mar más llana y menos vien­to pero el barco hacía cada vez más agua y se picaba la bomba cada cuatro horas. Todo el día se caminó con igual rumbo y viento que el anterior sin que en el ni en la noche ocurriera novedad.

8 de mayo. Lat. 12º 43’ N. Long. 94º 9’ E. Rumbo N.N.O.

Amaneció sin novedad y con el mismo viento que el día anterior; por el O. se divisaba la isla de Barren y aun se distinguía también por el N. la de Nacoardan; la atmósfera estaba muy car­gada y así, por esto como porque andábamos mucho, perdimos pronto de vista aquellas islas. A las 6 de la tarde aclaró un poco por el O. y se descubrieron bastante próximas por este lado las de Andamán; a la altura de su extremo N. se hicieron las debidas marcaciones y, no obstante la oscu­ridad de la noche, se penetró durante ella por el estrecho que forman la punta N. de Andamán y la isla de Coco, para lo que se acortó vela y tomaron varias precauciones pues los chubascos se sucedían y los vientos eran duros; ya en este día había vuelto a renacer alguna esperanza de alcanzar a tiempo el vapor de Calcuta pues, a poco que siguiesen aquellos por el mismo sitio en que ha­bían soplado estos días, era fácil conseguir el estar en la ciudad de Calcuta pera el 13 del actual.

9 de mayo. Cálculo de estima: Lat. 14º 32’ N. Long. 92º 20’ E. Rumbo N.N.O.

Amaneció sin novedad pero con la mar alterada y haciendo el barco, como siempre, mucho agua; la bomba se picaba cada cuatro horas y a veces más a menudo; el rumbo y viento fueron como el día anterior y el buque anduvo todo este y por la noche de seis a siete millas por hora; el mareo en estos días fue al extremo molesto; hoy no se divisó tierra alguna. La atmósfera estuvo muy cargada y por eso no hubo observación. El viento fue del S.S.E.

10 de mayo. Cálculo de estima por falta de observación. Hasta la hora del temporal salió la siguiente situación: Lat. 16º 21’ N. Long. 90º 27’ E. Rumbo N.O.

Amaneció sin novedad andando lo mismo que el día anterior pero, como por la mañana empezase  a bajar el barómetro, empezaron también los rece­los de lo que pudiera sobrevenir después; a las cuatro de la tarde ya había bajado 45/l00 y nos íbamos quedando en calma presentándose por el N.O. bastante cargazón, viendo lo cual se mandaron recoger las alas, aferrar juanetes y sobres quedando sólo con las mayores; a las cuatro y media empezó a soplar un viento duro del N.O. que obligó a aferrar las mayores y tomar los tres rizos a las gavias pero a las cinco ya se había desarrollado por completo el temporal y no fue posible al barco aguantar más ninguna vela, y así aferrado todo a palo seco, con las vergas en facha y presentando al viento el costado de es­tribor, nos dejamos ir al garete mientras durase el temporal; la noche fue horrible, viento, agua, truenos horrorosos, relámpagos que hacían renacer el día del medio de las tinieblas, montañas de agua y en pos de ella los abismos donde parecía se sepultaba el buque; todo a la vez se presenta­ba a nuestra vista más otras consideraciones que hacían mas critica nuestra situación, pues veía­mos que al torrente desenfrenado de los elemen­tos sólo teníamos que oponer un buque sin resis­tencia, pues por todas partes hacia agua, y perdíamos completamente la esperanza que ya habíamos concebido de llegar a tiempo a Calcuta para se­guir desde este punto nuestro viaje con menos zozobras y penalidades de las que habíamos sufrido hasta aquí, pero la desgracia nos perseguía hasta el último momento y nos hacia ver bien palpablemente cuan pocas seguridades ofrecen en to­dos conceptos los viajes por la mar.

11 de mayo. No permitió la atmósfera que hubiera observación. Rumbo N.O.

Toda la noche se pasó como se ha descrito arriba; amaneció de la propia forma y siguió lo mismo toda la mañana, aunque con menos viento; los balances eran extraordinarios y el mareo insufrible, la bomba se picaba continuamente y los golpes encontrados del mar, que se estrellaban en el barco, causaban tal estremecimiento que parecía que lo hacían pedazos; a las once acalló más el viento y se largó la gavia mayor con los tres rizos tomados; a las doce se llamó el viento al S.O.; por el costado de babor descubrimos una barca con rumbo encontrado al nuestro y aun cuando izó bandera la calima no permitió conocerla; el barómetro empezó ya a subir por lo cual, a pesar de que la cerrazón era grande y la mar estaba al­terada, se largaron las mayores y cangrejas, sol­tando dos rizos a gavias y, en esta forma, camina­mos toda la noche con el viento S.O.

12 de mayo. Lat. 17º 46’ N. Long. 89º 4’ E. Rumbo N.O.

Amaneció un día claro y sereno y no ocurrió novedad notable en todo el día, ni en la tarde, ni en la noche; la mar ya estaba más tranquila, el peligro había pasado enteramente, el viento nos fue favorable y constante.

13 de mayo. Lat. 19º 33’ N. Long. 87º 40’ E. Rumbo variable

Amaneció el día calimoso pero con el mismo viento y rumbo de la noche. A las ocho de la mañana se mandó gobernar al N.N.O. sin que nada de notable ocurriera; a la hora de la observación conociendo por ella que estábamos ya cerca de nuestro destino se puso le proa al N.O. con obje­to de avistar la punta falsa de la costa Orisa del Indostán y tomar desde allí la vuelta del N.E. para marchar en busca del práctico que se encuentra a bordo de un bergantín situado fuera de las bocas del río Hoogly, en cuya orilla izquierda se halla Calcuta; a la una de la tarde, aclarada un tanto la calima, descubrimos una fragata que marchaba, al parecer, con rumbo N. Y así la íbamos rebasando nosotros y ella pasando a nuestro costado de estribor; a las seis de la tar­de se viró en vuelta del N.E. y así se continuó toda la noche sin que ocurriera novedad alguna notable, aunque el horizonte estaba muy cargado y amenazante por el N.O. lo que produjo alguna agua por la noche.

14 de mayo. No se hizo la observación por no ser necesaria hoy ni ya en lo sucesivo

Amaneció sin novedad alguna siguiendo el mismo rumbo que toda la noche; a los siete de le mañana divisamos por le proa el bergantín que está fondeado a sesenta millas próximamente de la desembocadura del rio Hoogly y en el que se encuentran un número considerable de pilotos prácticos encargados de dirigir desde este pun­to todo buque que vaya a Calcuta pues las dificultades que ofrecen los bajos, bancos de are­na variables y los muchos canales que se forman a la entrada no permite que la dirección conti­núe a cargo de sus propios capitanes que nunca pueden tener, como aquellos, un conocimiento exac­to de las localidades, porque los hacen estar por vía de aprendizaje tres años seguidos sondeando en toda le extensión que hay que navegar. Después de haber dado dos bordadas tomamos el práctico a las nueve y media y nos encaminamos por el ca­nal marcado por una línea de boyas forradas de cobre y perfectamente construidas; seguimos todo el día nuestra marcha con viento favorable y a las cuatro y media de la tarde descubrimos por estribor y como a cuarenta millas del bergantín de pilotos una goleta anclada que está situada en los planos y conocida con el nombre de bajel de luz, que iluminada de noche sirve de fanal en un sitio en que no sería fácil sustituirlo con un edificio sólido; poco antes de ponerse el sol descubrimos por estribor los puntos más elevados de la isla de Sangor, que se halla despoblada a causa de los muchos tigres que hay en ella, y al llegar a su altura dimos fondo frente a un sitio en que hay situado un fanal y un telégrafo, que es el primero que anuncia la llegada de los buques, y una casa, sin duda para los sirvientes; a nuestra vista quedaron también ancladas cinco fragatas y un bergantín. En la noche no ocurrió nove­dad.

15 de mayo

A las seis de la mañana, favorecidos por el viento y la corriente, se levó el ancla y entra­mos en el río; una línea de boyas marca también el canal; la boca de aquel es bastante ancha, pero va angostándote progresivamente según se va ganando terreno; las orillas son bajas y cubiertas de verde, el coco es el árbol que mas abunda en  ellas; a cosa de las ocho y media pasamos por el sitio llamado Kedgere, que es el punto donde se adelanta una lancha a recibir el correo y los conocimientos  y demás noticias referentes al barco, que tiene que presentar el capitán, todo lo cual fue cumplido sobre la marcha; de trecho en trecho se ven telégrafos situados en una especie de ba­luartes o fortines y otros sin nada; en los intermedios salpicadas varias casas miserables de paja en que viven los naturales y algunos edificios de piedra. A los doce del día distinguimos el vapor "Indostán" que salía para Suez: era el objeto de nuestras esperanzas y, como no era posible detenerlo, lo vimos ya perdidas del todo, por consiguiente nuestra pena fue grande, pero ya no quedaba otro recurso que la conformidad. El esfuerzo de la corriente contraria era ya mucho y nos obligó a fondear a la una; allí pasamos toda la tarde y toda la noche sin que hubiese ocurrido novedad; las orillas del río estaban muy próximas por uno y otro lado y así los nativos en unas bancas de muy rara construcción se aproximaban a vendernos frutas, aves, pescados y otros efectos.

16 de mayo

A las siete de la mañana lévanos el ancla y comenzamos a marchar; sea porque hubiese que doblar una punta la tierra que se introduce en el río o más bien por torpeza del práctico, que desde el momento que saltó a bordo conocimos to­dos su poca pericia, estuvimos virando continua­mente con grande fatiga de la marinería; las ori­llas del río Hoogly van siendo cada vez mes po­bladas pero de chozas miserables de indígenas, entre las cuales se descubre alguna casa de pie­dra y unas columnas ú obeliscos que marcan la división de terruños, pero lo que más causa extrañeza es el continuo paso y repaso de los bu­ques que vienen y van a Calcuta. Para que en este viaje experimentásemos toda clase de contratiem­pos a las doce y media varamos en un sitio que debía ser conocido, pues por derecha e izquierda nuestra pasaban los barcos, aunque dando resguar­do a aquel lugar; familiarizados ya con los reveses miramos este con frialdad porque perdido nuestro principal objeto, que era el alcanzar el vapor, todo lo demás era poco, y como el río marchaba muy sosegado no se apercibía peligro alguno; al oscurecer se llevó a popa un anclote con una espía para que al subir la marea pudiese sacarse la fragata de aquel lugar.

17 de mayo

Desde las once de la noche anterior empezó a notarse que el barco se inclinaba sobre el costado de babor, ocasionado sin duda por un fuer­te viento que se levantó del N.O. y, aprovechándole, el capitán de le fragata mandó largar todo el aparejo y, espiándose por popa todo cuento era dable al esfuerzo de la tripulación, se logró por fin a las tres de la mañana sacarla del varadero y que flotase, soltando al instante el ancla, pero quedó levantada en más de cuatro pulgadas y hacía doce de agua por hora, lo cual no era de extrañar pues cuando amaneció, que estaba baja la marea, vimos que se hallaba enteramente descubier­to el terreno donde habíamos varado que era muy poco mayor que el que ocupaba el buque. A las 9 de le mañana se levó el ancla y empezamos a navegar; a poco paso por nuestro costado de estri­bor el vapor "Bentinck", que venia de Suez, y que era en el que nosotros haríamos nuestro viaje; a las 12 del día ya el río era más estrecho, las orillas de la propia forma que se ha explicado atrás, pero se ven grandes pilas y hornos de la­drillo; en la otra orilla, al lado derecho, hay un gran edificio que es una fábrica de hilados de algodón y a poco ya empezaron a descubrirse a derecha e izquierda las casas de recreo que habitan los ingleses y algún otro europeo; su pers­pectiva lisonjea completamente la vista, adornadas de columnas, perfectamente construidas y de buen gusto, con numerosas ventanas y corredores cubiertas con persianas y circuidas de agradables jardines; en fin, todo este apartado indicaba la proximidad de una ciudad opulenta; a las doce volvíamos a dar fondo y a las cuatro de la tar­de se levó el ancla y caminamos de nuevo, pero muy lentamente pues el barco entraba de popa con gran trabajo de la marinería mientras otros buques pasaban por nuestro costado en el orden natural. En la orilla izquierda rebasamos el jardín botánico y un gran colegio para la educación de jó­venes protestantes; a las cinco y media fondeamos por ultimo enfrente del arsenal, separado de Cal­cuta por un riachuelo sobre el que hay un puente colgante; desde este punto se divisaba ya muy pró­xima toda la ciudad, cuyos suntuosos edificios mirados desde aquella distancia llenan de admira­ción. En la noche no ocurrid novedad alguna.

18 de mayo

Toda la mañana continuamos sin movernos de aquel sitio, esperando lo hora de la marea y la llegada de un nuevo práctico; a los doce levamos el ancla y con un horroroso aguacero fuimos si­guiendo por el río hasta dar fondo frente a la ciudad; esperamos a bordo el aviso del señor Manorle Zorab, armenio a quien estábamos recomendados y le habíamos escrito preguntándole acerca de la posada o sitio cómodo a donde pudiéramos pasar a alojarnos; este señor nos mandó su carrua­je al embarcadero y un bote a buscarnos, nos tras­ladamos a él, saltamos a tierra y fuimos, desde luego por encargo suyo, a su casa, donde nos reci­bió con todas las pruebas de cordialidad y agasajo que son tan agradables a cualquier persona que llega a un país extranjero. Los españoles que vengan a Calcuta encontraran seguramente en el señor Zorab un agente eficaz y un buen amigo; el haber estado en Manila durante ocho años le ha familiarizado con nuestra lengua, que posee casi como nosotros mismos, y le ha hecho adquirir ha­cia nuestros compatriotas unas simpatías que le impulsen a servirles de auxilio siempre que lle­ga alguno y el tiene noticia de ello.

En Calcuta hay fondas de todas clases pero, como las principales además de muy costosas rei­na en ellas un bullicio continuo, elegimos por consejo del mismo señor Zoreb una casa de pupilaje en Vansillart Roov Tank Square nº 1, cuya dueña es Miss Swinton. La calle, si bien no es buena, está en el sitio principal de la población, a la vista de los lugares mas concurridos de ella; las habitaciones eran buenas y cómodas, las comidas abundantes, haciéndose tres al día, en comunidad la dueña de la casa con los huéspedes, que no pueden exceder de 16 aun cuando todas las habitaciones estén ocupados por dos persones cede una; el precio que nos llevaban era el de 80 ru­pias al mes a cada uno, ocupando un cuarto sólo, y a 60 si se acomodan a estar dos en una pieza, los vinos y demás bebidas eran cuenta separada; el excesivo calor de Calcuta y el no ser bien visto el que los europeos caminen a pie hace ne­cesario el uso de un carruaje; nosotros alquila­mos un palanquín de un caballo por el que nos llevaban 90 rupias al mes teniéndolo todo el día a nuestra disposición.

No bien habíamos saltado en tierra cuando recibimos otra noticia más fatal que todas las penalidades que habíamos ya sufrido, y fue el que no eran exactas las noticias que teníamos en Manila de que las salidas de los vapores de este puerto para Suez eran mensuales, sino que se ve­rificaba cada dos meses y, como acababa de salir el "Indostán", teníamos que esperar hasta el 15 de julio en que debía marchar de nuevo el "Bentinck”, pero ya no quedaba otro recurso que el conformarse e todo y sacar de esta larga deten­ción todo el partido posible, examinando deteni­da y cuidadosamente cuanto en Calcuta hubiere de notable.

Calcuta

Capital de las posesiones inglesas de la In­dia y residencia de todas las autoridades superiores de la colonia, se halla situada a la ori­lla izquierda del río Hoogly, que es una de las bocas del Ganges en la posición:

Lat. 22° 34’ N.

Long. 88° 27’ E.

Como todo o la mayor parte de cuanto se di­ga de esta vasta e inmensa población tiene que tener une relación inmediata con el resto del país, será conveniente, antes de describir cuanto en ella puede observar un viajero curioso, hacer una pequeña reseña de la extensión, gobierno y administración bajo que está regido éste colosal Imperio.

Las posesiones conocidas bajo el nombre de India Inglesa ocupan la parte mas considerable del Indostaní, que confina al N. con la elevada cordillera de los montes Himalayas en el Tibet, al E. con el Imperio Birban y golfo de Bengala hasta el cabo Camorín, que es su limite, al S. y al 0. con el río Indo, desde su nacimiento, próximo a aquellos montes, y el mar de Arabia hasta el mismo cabo Camorín, de suerte que este inmenso territorio viene e tener una figura próximamente triangular, cuyos lados son los Himalayas por el N., por el E. La costa de Coromandel, y por el O. la de Malabar y el río Indo, comprendido todo entre los 8o y 34º de latitud N. y los 68° y 92° de longitud E., con una extensión de 1.300.000 millas cuadradas que pueblan 145.000.000 de habitantes de diferentes reinos, castas y sectas y de los cuales están completamente sometidos al gobierno de la Compañía 97.000.000 en una extensión de 645.000 millas cuadradas; el resto lo constituyen once reinos o Estados aliados y tributarios, cuya población asciende e 41.500.000 de almas en 615.000 millas; el reino de Hore y algún otro pequeño territorio se mantienen todavía independientes.

Una parte de Afghanistán está situada a la orilla izquierda del Indo y, como el gobierno de la compañía no quiere que esta parte del río pertenezca a otros estados que los que le sean su­misos, aprovechando la ocasión que le proporcio­naba el auxilio impetrado por Shah Soojah ool Moolk, rey de Caboul, contra el usurpador Dost  Mahomet, declaró la guerra a aquel reino so pre­texto de colocar a aquel en el Trono. Los estandartes de la compañía tremolaron en los muros de Caboul pero el éxito de esta campaña no les fue tan feliz como la conquista de los otros pequeños Estados. Los Afghenes, recobrados de su primer estupor, cayeron sobre los que intentaban subyugarlos y pasaron a cuchillo toda la parte de ejercito que más había avanzado; Shah Soojah ool Moolk fue muerto por los suyos, su familia se halla refugiada en territorio de los ingleses y Dost Mahomet sigue reinando en Caboul; estos sucesos han tenido lugar en el ano 1841.

No hace todavía uno que se han apoderado de la India, cuyos príncipes se entregaron, y he visto prisioneros en Calcuta y, si bien uno de ellos permanece todavía en el país con un pequeño ejercito que trabaja por sacudir el yugo que quieren imponerles, es probable que muy pronto quede del todo sometido.

Ahora, están levantando nuevos armamentos pera conseguir la conquista total de la India y emprender enseguida la del Reino de Hore.

Poseen al E. del Indostán una dilatada extensión de terreno que se prolonga por todo el litoral del Imperio Birmán. De aquel se apoderaron en el año 1824, habiendo sostenido pare ello una guerra sangrienta; todo este territorio, que se llama en el día provincia de Tenasserim, tiene por capital a Moulmain y está situado entre los 10º y 22° de latitud N. y los 97° y 99° de longi­tud E., comprendiéndose en estos limites los distritos de Asan, Aracan, Catchar, Munnepore, Martaban, Taboy y Tenasserim; este pueblo se halla ya muy próximo a la península de Malaca.

El Indostán no es de aquellos países oscu­ros que han vivido ignorados de todo el mundo hasta que por la casualidad o por el espíritu em­prendedor de algún atrevido viajero han sido des­cubiertos; desde la mas remota antigüedad, desde aquellos tiempos cuya historia está envuelta en la fábula, ya figuran estos pueblos por su importancia y riquezas; Semíramis puso a sus numerosos ejércitos en marcha pare la India, que anhelaba unir e sus vastos dominios aquella Reina guerrera. La India fue objeto de la codicia del gran con­quistador Alejandro Magno, que habría sin duda añadido e su dilatado Imperio si sus soldados no rehusaran el seguirle hasta el Ganges; el estandarte de la media luna tremoló también en la India y los descendientes de Mahoma, además de las rique­zas que  buscaban, propagaron su ley e hicieron algunas conquistas; muchos  de los Estados de que se ha apoderado la Compañía se hallaban  todavía bajo el dominio de sultanes (nabab) y la religión mahometana está  desde  aquella época bastante extendida por el Indostán y, en este mismo suelo, fue donde Baber fundó el Imperio del Gran Mogol en 1526 y subió al trono de Delhi; el oro, la pedrería, el lujo ostentoso y la magnificencia con que estaba formado este soberbio monumento de la grandeza oriental, todo venía a atestiguar de que este país encerraba inmensos tesoros y que en el debía encontrarse todo cuanto la ambición del hombre puede apetecer.

Tantas riquezas, tantos productos como podían prometerse de unos  terrenos tan extensos, tan productivos y poblados y en los  que  se  expe­rimentan toda clase de climas no podían menos que despertar la  codicia en la moderna, adelantada y emprendedora Europa, así es que empezaron a esta­blecerse factorías para hacer el comercio con los naturales; los portugueses, dinamarqueses, franceses é ingleses  eran los que más se habían re­lacionado y, en el siglo XVI, ya se contaban bas­tantes establecimientos de aquellas naciones; los primeros, después de su comercio, se dedicaron ante todo a suavizar  las costumbres de estos gentiles, convirtiéndoles a la Fe Católica; muchos fueron los prosélitos que hicieron y todavía se conser­van y propagan en bastante número los descendientes de aquellos nuevos cristianos que, no obstante el tiempo transcurrido, conservan  (hasta los que residen en Calcuta) el nombre de portugueses y así es  que aun en los sitios en que no dominan estos, y en muchos y diversos puntos de la India, se ven elevados  altares a Jesucristo en medio de un país criado enteramente en el gentilismo.

Los otros, y principalmente los últimos, prescindieron de esta parte  tan esencial y levaron sus miras a la dominación. En el año 1698 la factoría inglesa había hecho ya adquisiciones por medio de compras  de terrenos y, desde entonces, entablaron el plan que les debía sacar adelante con el proyecto de apoderarse de todo el territorio. En 1708 se constituye ya en un Estado cuyo gobierno, Administración y comercio exclusivo fue confiado a una compañía de especuladores   que, reunidos por medio de acciones, tomaron a su cargo el mando y la dirección de la naciente colonia; en 1733 fue nombrado el primer gobernador gene­ral, Mr Freeke,  y la conducta de este y de todos los  que le  sucedieron se dirigió, en unión con sus principales, a extender los límites de su do­minio; en el año 1784 se había ya acrecentado demasiado este  poder para que el gobierno inglés no   tomase alguna parte en él y, en su  consecuen­cia, siendo ministro Wiliam Pitt, se creó un departamento titulado Board of control, que  viene a ser una especie de Consejo de Indias, que, asesorando a la Compañía, la pone en contacto con la autoridad suprema de la  nación, a quien quedan sometidos sus actos en ciertos puntos  principales.

En 18l3 le fue renovada por veinte años la carta de privilegio que  tenía para continuar como hasta entonces con la administración del país, pero sólo se la dejó la exclusiva en el comercio con China, siendo el que se hiciera con las demás naciones libre para todo el  que quisiera pasar a establecerse al Indostan, y por  último en 1834 se ha vuelto a prorrogar por otros veinte años, que  concluyen en 1854, aunque quitando ya todo privilegio de comercio que ha   quedado enteramente libre y sin trabas para la generalidad.

Desde el momento en que este poder se vio con la fuerza necesaria para medir sus armas con alguno de los Estados comarcanos empezó a suscitar peleas entre los reyezuelos o jefes de los distritos y, poniéndose la Compañía de parte del uno, hostilizaba a su contrario, ocupaba su  terri­torio, separaba de  él a la familia que lo mandaba y, asegurado ya de su posición, buscaba un nuevo pretexto para declarar la guerra al que antes había sido su amigo y despojarle del Reino o pro­vincia en que vivía tranquilo, De esta manera  solamente y con este sistema Maquiavélico llevado adelante con perseverancia y destreza puede concebirse que en el corto espacio de menos de un siglo y medio haya llegado a formarse, de una simple factoría, este Imperio gigante, que es en población el segundo del mundo. ¿que  consecuencias pueden deducirse al ver la suerte de 150.000.000 de habitantes puestos a merced y como capital de una Compañía de especuladores? No otra sino que se adquiere la ganancia y se comercia al precio de la sangre de los hombree y esto e fe que honra muy poco al gobierno que lo patrocina. Así se ha visto a este pobre suelo devorado por las guerras desde el día en que dista la dominación inglesa y no se busque en esto un objeto filantrópico, cual sería el dulcificar las costumbres de unos hom­bres criados y nacidos en la idolatría, porque en nada influye ni quiere influir respecto a este punto el gobierno de la Compañía y se ve que, mientras no ha mucho prodigaron la sangre humana por asegurarse de la parte del Pegu que se había sublevado pera sacudir el yugo de  sus opresores, permitan que al frente mismo de  esta comarca, en el mismo golfo de Bengala, existan las islas de Andaman y Nicobar pobladas de piratas y antropófagos, pero aquel terreno era muy apropósito para dedicarlo al cultivo del té y esté malsano y de pocos recursos; allí conviene dominar para procu­rar no pagar a la China el tributo que recibe del resto del mundo y aquí nada importa que se devoren entre sí estos hombres infelices y degradados.

Los Estados del interior que todavía se rigen por si son aliados y tributarios de la Compañía y no se verían libres de las garras del leopardo si creyera que le traía más cuenta el tomar a su cargo la administración, pues en las otras provincias y reinos extrajeron de ellos a sus Rajás o Habab, que eran los jefes los  primeros de la clase de los gentiles y los segundos de la de mahometanos,_les señalaron puntos de residencia muy lejanos de aquellos en que pudieran tener simpatías les asignaron unos sueldos muy considerables para que, viviendo en la opulencia, no echasen de menos su antiguo poder y se apoderaron del mando y de  los derechos, imponiéndoles las contribuciones que mejor les parecía, pero sin cuidarse de procurar el hacerlos más felices. A los descendientes  de los Rajás o Habab desposeídos les conservaban el título y les  siguen pagando sus pensiones, pero no gozan de una ente­ra  libertad;  Algunos residen en Calcuta y se les ve salir en magníficos carruajes, pero no es difícil ver sentado junto al cochero un agente de policía, otros  no pueden extralimitar ciertos puntos y a otros se les obliga a vivir en determi­nados  sitios; menos de una milla de aquella capital está el pueblo señalado para residencia de los nietos y demás familia del valiente y cono­cido Tipo Zahib, Sultán de Seringapanam; a aquellos se les ve ordinariamente en todos los parajes públicos.

La junta general de propietarios accionistas, que constituyen la Compañía de India, nombra una de 24 individuos, de los que cada año  se  relevan seis, y se llaman corte de directores, reside en Londres y es  el poder o suprema autoridad de todas las colonias en unión del Board of control; forman también parte de este tres individuos  de aquella, que asisten a sus sesiones para enterar­se de sus acuerdos y conocer los deseos del Go­bierno, pero las órdenes se comunican siempre  al Gobernador General de la India en nombre y por la corte de directores.

El gobierno de todas estas dilatadas pose­siones es puramente civil  y lo constituye un gobernador general, nombrado por el Rey con acuerdo de la Compañía, y un supremo consejo, compuesto de tres individuos, que elige la corte de directores entre los empleados que, a su mayor categoría, reúnan muchos años de servicio en el país y hayan dado, en los cargos que han ejercido, pruebas de providad, inteligencia y adhesión; uno de ellos pertenece siempre a la clase militar, ya general o coronel, para que haya siempre una persona in­teligente cuando se deliberen asuntos de guerra; los otros dos se buscan, indistintamente, de las carreras gubernativa, administrativa o judicial; también es miembro nato el general en jefe del ejercito, cuyo nombramiento es exclusivo del gobierno inglés, pero como raras veces se encuentra en Calcuta apenas toma parte en las decisiones.

El consejo presidido por el Gobernador general se reúne en el palacio de este dos veces a la semana (a menos que un motivo urgente y grave obligue a hacerlo más a menudo) y allí se dis­cuten y resuelven los asuntos generales y de mayor interés de la India. Al gobernador, en su Consejo en el Fort William, comunica las órdenes la corte de directores y se dirigen por las au­toridades y dependencias principales del país aquellas consultas y asuntos que no le compete deliberar por si sólo, pues únicamente despacha con sus secretarios aquellos negocios corrientes que no es necesario someter a la vista del Con­sejo, pero todo cuanto aquí se haga que no sea lo ya establecido por las ordenanzas y reglamentos tiene que someterse a la superior aprobación de la corte de directores.

El gobernador general, que en el día ha de ser precisamente un Lord, disfruta anualmente el sueldo de 250.800 rupias y la Compañía le da además la mesa, el palacio alhajado, criados y carruajes; los miembros del Consejo cobran 8.360 rupias al mes; el más antiguo es nato Teniente Go­bernador general y cuando el primero sale al interior, que es con frecuencia, toma él el mando superior en Calcuta y goza de un sueldo de ru­pias 120.000 al año.

La duración de los gobernadores es ordina­riamente de cuatro años, pero como en el momento de aceptar el cargo, en cuyo nombramiento como se ha dicho, tiene parte el gobierno, lo considera como un dependiente suyo la Compañía, la corte de directores puede quitarlo sin contar con nadie; esto acaba de suceder ahora, cuando esto se escri­be, que ha sido destituido Lord Ellemborough con­tra la expresa voluntad del Ministerio, lo que prueba que no es mucha la influencia de este, ni del Board of control sobre aquella y, como ya se ha dicho antes, unos comerciantes que no atienden a otra cosa que a su interés privado ejercen un poder omnímodo sobre tantos millones de almas.

Generalmente, cuando un gobernador recibe la noticia de que está relevado, no espera en su destino le llegada del sucesor, sino que en el acto resigna el mando en el Teniente gobernador general y se sale fuera de Calcuta hasta que ten­ga ocasión de volverse a Inglaterra. Esto mismo hizo ahora Lord Ellemborogh, pues a las dos ho­ras  de recibir el correo que trajo la noticia de su deposición el  cañón de Fort William anunciaba a los habitantes de Calcuta que ya tenían nuevo jefe que los mandara desde aquella ocasión.

El General en jefe también suele relevarlo el Gobierno inglés cada cuatro años y este ya tiene mayores seguridades que el otro de poder concluir su tiempo.

Aun cuando no hay término señalado para el que han de  durar en sus empleos los miembros del Consejo, rara vez permanecen en ellos más de cin­co o seis año, pues generalmente recae la elec­ción en individuos a quienes falta, poco más o menos, este periodo para cumplir treinta años de servicios y, como entonces pueden retirarse con una utilidad conocida, es muy raro el que pasado este  tiempo no hace dimisión de su destino, cualquiera  que sea el  que  desempeñe.

 

 

 

 

 

FIN DEL DIARIO DE NAVEGACIÓN

 

 

DERROTA DE LA FRAGATA

 

 

 

 

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